En las últimas décadas del siglo pasado, dos divas de pelazo rubio como Olivia Newton-John y Madonna cantaban: “Pasemos a lo físico” y “ser materiales”. Temazos. Se intuye por sus partituras y letras, además, que ellas eran jugonas puristas y les iba el coleccionis—Vale, quizás estamos haciendo una interpretación pelín libre de ambos éxitos, situémonos. A los que llevamos unos añitos “dándole a las maquinitas”, ya sea porque fue con lo que crecimos o por una imperiosa necesidad de llenar hasta rebosar nuestras estanterías, nos encanta el formato físico. La sensación de tener entre tus manos un bien material, tangible, circuitería de silicio encapsulada en un robusto cartucho de plástico que mágicamente (un saludo a los que programáis) se transformará en coloridas imágenes no tiene parangón. Y todo esto va camino de perderse, como lágrimas en la lluvia y tal. ¿Sabéis lo de que cualquier tiempo pasado fue mejor? Pues tranquis, aún hay esperanza si opináis así…
No cabe lugar a duda que durante aquellos maravillosos ochenta y noventa se vivió una época dorada para los videojuegos, con títulos que cimentaron la industria, primero en los salones recreativos y poco después en las videoconsolas domésticas. Algunos de aquellos programas se convirtieron en clásicos para la mayoría, otros en los favoritos de una gran minoría, pero son productos que, por su interés histórico, nostálgico o cultural, deberíamos poder seguir disfrutando. Y de forma sencilla y legal, corcho. Algunos diréis: “Meh, ciertos juegos antiguos se pueden pillar en tiendas digitales y …” Chitón, adquirir una licencia (ojito con los sustos) digital no se parece ni por asomo a comprar TU cartucho, poseerlo y toquetearlo. Y ya, si añadimos el poder jugarlo dónde y cuándo te apetezca, cremita. Ahí entra la flamante Evercade EXP, de Blaze Entertainment, distribuida en nuestro país por Plaion.
La familia crece y se EXP-ande
La gama de productos Evercade lleva entre nosotros un par de años. Hasta ahora, estaba formada por dos máquinas, la original y el modelo VS, y varias docenas de títulos (la mayoría, packs de varios juegos) publicados. La filosofía de la marca es clara y concisa: encender aparato, insertar cartucho, viciar. Simple, sin más rodeos ni complicaciones, como se hacía con las consolas de nuestra juventud… o la de vuestros padres… o abuelos (nota mental: tomarme la pastillita para la tensión al acabar el texto). Olvida tediosos procesos de instalación, borrar del disco duro minutos y minutos de bailes de victorias poco épicas que olvidabas tener, o pasarte horas mirando cual pasmarote cómo se instala otro parche más (versión 1.3.5.7, ayer tocaba la anterior). Aquí tardaréis entre nada y cero coma en empezar a dar caña digital. La compañía inglesa Blaze ya había hecho los deberes para satisfacer a los fans del retro-gaming hasta ahora, pero tocaba examinarse con este nuevo lanzamiento, y menuda notaza ha sacado.
La reciente Evercade EXP es una revisión de la consola portátil primigenia de la marca, que pule y redondea aristas respecto a lo mejorable del primer modelo (que ya era bien poquito en sí), añadiendo a la par funcionalidades anheladas por la comunidad de usuarios, para elevarse al olimpo de las retro-máquinas “handheld” (en british todo suena más técnico, va). A la vez, fascina por sus acabados premium, y un aspecto que la aleja de lo “juguetil” de otros dispositivos en su rango de precio, pareciendo diseñada por los tipos esos tan famosos de Cupertino en California… pero nope, ha sido fabricada mucho más cerca, por nuestros vecinos norteños de Inglaterra. No haremos ahora un alto para la pausa del té como ellos, toca entrar en detalles…
Cumpliendo con las más altas EXP-ectativas, y más allá
Al abrir el robusto empaquetado de cartón de la Evercade EXP nos toparemos con varias cositas: la preciosa máquina portátil, un cable de carga USB-tipo C, una guía rápida de arranque, el cartucho con 6 clasicazos de Irem Arcade 1, y un manual a todo color dedicado a varios juegos de CAPCOM (¿error? ¿brujería? ¡text-bait!). El hardware se siente robusto en la mano y ligero a la vez, con un peso de solo 270 gramos; está dotado de un panel IPS de 4,3 pulgadas con una resolución de 800×480, superior a la del modelo anterior, y que permite una visibilidad perfecta desde cualquier ángulo, además de mostrar unos colores más vivos y brillantes. Y por no ponernos cargantemente técnicos con las tripas electrónicas, van más que sobradas para mover sin dificultad alguna cualquier clásico arcade, de 8 y de 16 bits.
La carcasa del dispositivo, con un resplandeciente acabado en blanco, cuenta con todos los botones necesarios, y alguno más. A, B, X,Y (molaría que alguien arriesgase con letras en griego. O en cirílico), cuatro pulsadores para los gatillos, Start, Select, Mode, volumen +/-, y un gran añadido: el botón TATE. ¿Y eso para qué leñes sirve? Fácil, ¿te molan los Shoot’em Ups verticales? Pues esTATE tranquilo (o ponía el chiste o reventaba), que presionándolo gozarás de los matamarcianos aprovechando a tope la pantalla, pudiendo girar la máquina 90 grados al momento, y disparando con los dos botones extra colocados al lado de la cruceta. Y ya que la mencionamos, la cruz de movimiento tiene una suavidad y precisión exquisitas, permitiendo realizar incluso diagonales con exactitud; qué fácil será spamear Hadoukens como un noob (y qué joven me siento hablando así).
Mencionemos otras cositas obvias, pero no por ello menos importantes, en la estructura de la Evercade EXP. Encontraremos el botón de encendido, acompañado de un LED, en una posición perfecta para no ser pulsado accidentalmente. Unos altavoces con la potencia sonora justa, que podremos sustituir por nuestros auriculares favoritos gracias a la clavija de jack para audio de 3,5 mm. La batería recargable no la veremos, escondida entre las tripas y los chips, mas nos dará entre cuatro y cinco horas de vicio ininterrumpido por carga. Casi se nos pasa por alto el conector Mini-HDMI, por si queremos viciar en una tele a lo grande. Y cómo no, la ranura para insertar cartuchos, en la que encaja perfectamente el Irem Arcade 1 incluido, o cualquiera de los editados anteriormente (olvidad lo de soplarlos y tal, que son bien resistentes y duraderos).
Una EXPeriencia Re-tro-ligiosa
Si habéis tenido la paciencia de llegar hasta aquí abajo, merecéis un buen premio… va, saber un poquito del funcionamiento de la máquina como mínimo; pues “allévamos”. Al encender la Evercade EXP por primera vez tocará configurarla, el habitual proceso largo y tedios— ¡NOOOPE! Escoger idioma, meter wifi (totalmente opcional) por si queremos actualizar y fin. Sin más, ya tendremos ante nuestros ojos tres pestañas con sus correspondientes iconos: una para acceder al cartucho físico que insertemos, otro para el menú EXP (en breve lo EXP-licamos, EXP-erad… ups, esa no), y el último será el clásico engranaje para configuraciones varias. Sin entrar mucho en detalles, en este desplegable podremos modificar la relación de aspecto de visionado, situar marcos decorativos en los márgenes, o activar las típicas “scan-lines”, esas líneas que imitan el efecto de imagen de un monitor de tubo o CRT (las teles de antaño, que tenían tanto encanto como su trasero de desproporcionado).
EXP-layémonos un poco (ya paramos… o no…) con el menú de las 3 letritas. En él nos toparemos con 2 misteriosas barras seleccionables (si investigáis un pelín por la red de redes, quizás consigáis desbloquear algún jueguecico gratis), y con una tercera para el plato fuerte, el retro-manjar de los más sibaritas: la CAPCOM EXP Collection. Sí, en la memoria de esta portátil van almacenados nada menos que 18 clasicazos de la empresa japonesa, que se corresponden a los ilustrados en el manual incluido ya mentado (que merece una buena lectura, llenito de datos, fichas, etc). Los títulos se reparten en 14 de recreativas y 4 de consola doméstica, y pasaremos a enumerarlos, venga:
- Street Fighter II’: Hyper Fighting (1992). El rey de las tollinas digitales.
- Mega Man (1987). Para enamorarse de su portada. El juego, esencial.
- Mega Man 2 (1988). Segundas partes sí son buenas. Sus portadas, también. O no.
- Mega Man X (1993). Un prota más adulto. De ahí la X… nah, genial sub-saga.
- Strider (1989). Must have de la acción frenética. Hoces, martillos y URSS.
- 1942 (1984). Así leído tiene poca lógica, ya. Va de aviones y combates aéreos.
- 1943 (1987). Juro que mi teclado numérico no falla. Más batallas en las nubes.
- 1944 (2000). 3,14159… Uis, entre tanto número se nos coló un Pi. Y juegarral.
- Final Fight (1989). Yo contra el barrio. O descubrir que en los bidones hay pollos.
- Mercs (1984). Balas y granadas en vista cenital. Make peace, not war en los 80.
- Commando (1985). Sin Chuache, pero con muchos tiros.
- Captain Commando (1991). El de antes, pero tras ascender. Nah, gran Beat’em up.
- Bionic Commando (1987). ¡Y ahora es biónico! Qué no, plataformas y acción.
- Breath of Fire (1993). Rol pixel-art con todo el encanto de los 90. Y hay dragones.
- Ghoul’s and Ghost (1988). Los calzones más famosos de la historia videojueguil.
- Legendary Wings (1986). Volando, volando, gané disparando. Tiros alados.
- Forgotten Worlds (1988). Shooter lateral muy original, con diseños molones.
- Vulgus (1984). Toda leyenda tiene un comienzo, y este es el de CAPCOM.
Como podéis comprobar, hay varios nombres indispensables de la industria, algunos que sentaron las bases de sus respectivos géneros, y que aún siguen muy vigentes o recibiendo nuevas entregas. Otros, son joyas de culto que merecen ser descubiertas, o revisitadas, tras largos lustros sin ser editadas en ningún formato. Pero todos reúnen ese encanto 2D pixelado, con una dificultad desafiante (que se suaviza gracias a la opción de guardar en cualquier punto) pero justa y, sobre todo, continúan siendo endemoniadamente divertidos y adictivos.
EXP-lora y EXP-erimenta un catálogo único.
Dieciocho obras maestras de Capsule Computers (de ahí viene, ¿lo sabíais?), seis titulazos de Irem (R-type, In the Hunt…) y la posibilidad de gozar en cualquier parte con una biblioteca que suma ya casi 500 títulos clásicos (y algunos actuales) repartidos en los diferentes packs disponibles a la venta. Todos con licencia, desplegando una emulación perfecta del original, y pertenecientes a marcas tan importantes como Atari, Commodore, Interplay o Gaelco. Y, además, si sois raudos en comprar la Evercade EXP en la web de GAME o en cualquiera de sus tiendas, os podréis llevar un póster conmemorativo. Nosotros vamos a ir pillando los que nos faltan, que nuestro afán de retro-coleccionismo gracias a este consolón ha aumentado… adivinad cómo…¡¡¡¡EXP-onencialmente!!!