Puede ser la mejor amistad que jamás tendrás. Siempre estará ahí si necesitas un hombro donde llorar. Te cubrirá las espaldas, al llegar a casa de madrugada, cuando te pases un pelín con las pociones de ambrosía o maná. Nunca te fallará en una acalorada discusión con vuestros progenitores. Y jamás te abandonará a tu fortuna a la hora de limpiar las calles de la ciudad de malhechores… Espera, vale, que quizás todo lo anterior no se cumple tan habitualmente en la mayoría de las relaciones fraternales o, al menos, en las reales. Pero en el caso de la pareja de hermanos digitales que nos atañe hoy, una de las situaciones anteriormente citadas siempre se cumple (pista: va de repartir intensas tollinas).
Los gemelos Billy y Jimmy Lee son, si excluimos a cierto par de tipos bigotudos, los “bros” más famosos de la historia del videojuego. No han parado de colaborar, en lo de dar mamporros virtuales, desde la época de los arcades y los 8 bits. Con su saga, Double Dragon, llevan casi 40 añazos demostrando que, aunque los vínculos personales pueden tener altibajos, la consanguinidad implica compromiso y sacrificio… dando como resultado geniales títulos de acción. Y si, tras tantas décadas, consigues innovar en un género tan manido y anquilosado como el Beat’em Up, tal cual lo han logrado las gentes de Secret Base y Modus Games, te saldrá una entrega del copón. De la mano de Tesura Games, llega a nuestras fronteras Double Dragon Gaiden: Rise of the Dragons. Veamos qué tejemanejes se traen los hermanitos (aparte de unas ganas locas de robarse la ropa el uno al otro, que sería lo habitual).
1. La historia retro-futurista. Corre el año 199X (anda, cierta red social ya patrocina incluso años), y el mundo que conocemos -o conocimos- se ha desmoronado. La población lucha por sobrevivir en ciudades devastadas por una guerra nuclear. En el caso de Nueva York, los disturbios y el crimen campan por doquier ante la disputa de cuatro bandas por el dominio absoluto de la urbe. Un día, aparece en el dojo Sösetsuken el nuevo alcalde, con la maltrecha agente Marian, pidiendo ayuda. Allí le reciben los gemelos Lee, hijos y discípulos del maestro que solía regentar el templo, un tipo sin igual en lo que a las artes marciales se refiere. El regidor viene para rogarle su colaboración y acabar con los criminales… mas ha desaparecido, tiempo atrás.
2. Los cuatro héroes y el destino. De repente, aparece el tío Matin, un ex-militar pacifista aficionado al té… Ya, esta línea temporal tiene sus aparentes contradicciones (como la nuestra, en la que yo voy de metalero y escucho a los Backs). Le explica al alcalde que él se encarga del cuidado del clan Lee desde que se esfumó el patriarca. Pese a mostrarse reticente inicialmente, decidirá unirse a su sobrina, la policía Marian, y a los mellizos, ante la petición del máximo representante del ayuntamiento de impartir justicia en las calles. Todos ellos llevan años entrenando para esto: hay inocentes sufriendo, una guerra que detener en la gran manzana, y una paz duradera por objetivo. También hay peña muy chunga que no se lo pondrá fácil…
3. El cuarteto de bandas. A ver, que así puesto suena muy orquestal… y oye, pues casi: no usan violín ni tuba, pero sí violencia y tubos (contundentes, pero también de metal). Tenemos al clan Okada, a la Secta del Triángulo, a los miembros del grupo de “La Realeza”, y a “Los Asesinos”, liderados por Machine Gun Willy (anda, casi como el rapero ese…). Cuatro congregaciones de personillas bondadosas, santurronas y… nah, qué va; contrabandistas, milicianos mercenarios y la peor calaña posible que se han juntado en facciones bien diferenciadas. Un tetraedro de maldad que divide la metrópoli, con sus dos pares de caras malignas a las que enfrentarse (disculpad si no cuadra, la geometría no es lo nuestro). ¿Por dónde empezar?
4. La selección de misión. Elegir de inicio a qué banda enfrentarnos tendrá numerosas repercusiones. Empezando por la estructura de la partida correspondiente o “run”. El juego se desarrolla en cuatro fases (una por banda), pudiendo tener estas distinto número de subniveles; estos irán aumentando en cantidad según avancemos… uf, queda raruno al explicarlo, pero la secuencia sería: 1-1, 2-1, 2-2, 3-1 etc… con la gracia añadida de que, según el orden optado para batallar a cada pandilla, variarán los combates de jefes, escenarios, y pantallas por las que pasaremos, así como su dificultad. Todo suena muy distinto al clásico y encorsetado “Yo contra el barrio”, ¿verdad? Afirmativo, pero aún hay más…
5. La aleatoriedad os sienta tan bien. El toquecito anterior de género Roguelite no es lo único que tendrá que ver con el azar para los Dragones Dobles. Al finalizar una misión, nos toparemos con una tienda de mejoras que cambiará su inventario, tanto por cada fase, como en cada nueva partida. Aquí, tocará elegir entre numerosos aumentos para nuestros personajes: maestrías en habilidades, resistencias especiales, pluses en daño, escudos de inmunidad y mucho más. Y ojo, pues sólo podremos comprar un ítem para cada personaje por visita, así que el factor estratégico se une al azaroso. También nos quedará la opción de coger unos billetazos de pasta gansa, y guardárnoslos para gastar a lo burro al terminar el siguiente nivel… si es que sobrevivimos. En caso contrario, vendrán de lujo para fundirlos en reaparecer y continuar, claro.
6. Las mecánicas jugables. Por si aún no había quedado claro: este es un juego de acción, a raudales, con aroma a recreativa. Nos desplazamos hacia la derecha de la pantalla, pudiendo saltar, golpear, agarrar, intercambiar personaje o usar un ataque especial. Un control preciso, de pocos botones, pero mucha profundidad. Nuestra barra de salud disminuirá con cada tollina que encajemos (lo típico), pero podremos rellenarla si conseguimos derrotar, a la vez, a tres (o más) rivales con el súper-ataque; cada K.O. múltiple conllevará la aparición de un perrito/hamburguesa/pollo que llevarnos al buche y reponer la vida perdida. Todos los enemigos abatidos soltarán, igualmente, distintas cantidades de monedas y perlitas azules (estas llenarán el indicador de “especial”) según la eficacia con la que sean derrotados. No es lo mismo cascarle a un matón cinco tortas tan dispersas que parecen caricias, a conseguir un combo de 87 hits que se lleva por delante 9 pandilleros y buena parte del mobiliario urbano. Dicho lo cual…
7. El que rompe, no paga, cobra. El alcalde nos encargó limpiar las calles, y claro… nos lo tomaremos tan a pecho que las limpiaremos de escoria humana, pero también de cajas, barriles, estanterías (sin rencores, FRIkea) y cualquier objeto destructible que se ponga en nuestro camino. No, no se trata de sembrar el caos (¿más?) gratuitamente, sino de que en todos ellos puede haber dinerito en metálico, e incluso lingotes de oro. ¿Y dónde gastarlo? Pues aparte de en la anteriormente mencionada tienda inter-niveles, todo el montante que nos quede al acabar la partida (bien por Game-Over o por triunfar a lo grande) podrá ser canjeado por fichas. ¿Acaso al finalizar nos vamos a un parque de atracciones post-apocalíptico? ¿Con casino? Sentimos defraudar a los que lleváis un Bender Doblador Rodríguez dentro, pero lo que nos espera, es aún mejor.
8. La economía en tiempos de crisis post-nuclear… puede ser maravillosa. Los tokens arriba citados, aparte de ser uno de los ejes principales para la “rejugabilidad” del título, tendrán multitud de usos. De mano, al empezar cada partida, personalizaremos el nivel de dificultad de la misma, escogiendo con cuánta vida arrancar, lo correoso de los rivales, muerte permanente y demás. A más sencillez, menos fichas obtendremos en el intercambio final por sesión; ya sabéis, lo de “No pain, no gain”. Y conste, si se os hace durillo avanzar, no pasa nah de nah, simplemente tardaréis un poquito en ahorrar lo suficiente para comprar todo lo disponible en la tienda del menú principal. Y menudo material de calidad encontraréis: musicotes, arte y diseños conceptuales, consejos, y nuevos personajes seleccionables, que aumentan la plantilla hasta trece. Una plantilla final de tal calidad que ya la quisieran los jeques para sus equipos.
9. La cooperación es diversión. Acabamos de mencionar el extenso plantel de sujetos manejables… y sí, dan mogollón de variedad, cada uno con sus movimientos, puntos fuertes o débiles, y que combinados jugando en solitario permitirán estrategias flipantes. Pero el goce máximo lo hallaréis con el modo cooperativo local. Escoged a vuestra pareja de baile ideal de sofá (churri, tato, yaya o compi), y preparaos a repartir ensaladas de tortas durante horas, sin que el disfrute decaiga. Esta modalidad para dos jugadores simultáneos, sumada a los modificadores personalizables y al componente aleatorio, os mantendrá para largo pegados al mando… al menos, hasta que lo soltéis momentáneamente, para darle una cariñosa colleja al “partner” por morir torpemente con premura. Y a continuar viciando.
10. El apartado técnico. Un juego que, aun modernizando y expandiendo mecánicas, rinde homenaje a sus antecesores ochenteros, no podía lucir otra cosa que unos gloriosos gráficos en 2D. Diseños y acabados totalmente bidimensionales, con píxeles como puños (y patadas), pero muy definidos y perfectamente animados. Mención especial a los escenarios y paisajes que recorreremos: las consabidas calles, el metro, una fábrica, un desguace… variados y dibujados con un mimo por el detalle flipante. Por otra parte, acompañando a los contundentes efectos, regará nuestros oídos una banda sonora con un estilo más que idóneo. Se mezclan bases techno con sintetizador y temas melódicos, dando como resultado una armonía que encaja de lujo con la ambientación. Los ochenta no se fueron, han vuelto a vuestro salón.
Las sagas nacen, se expanden, y a menudo, si no se reinventan, mueren transcurridas demasiadas décadas. Double Dragon Gaiden: Rise of the Dragons, es esa entrega que la serie necesitaba para volver a estar de moda y no caer en el olvido. Un mix contundente de gusto clásico, con una pizquita de modernidad, que agradará a cualquier paladar en busca de diversión directa y sin complicaciones. Ya lo tenéis disponible para todas las plataformas consoleras del mercado, en la web de GAME, o en vuestra tienda de la cadena más cercana. No temáis a poner el pie en la calle para salir a pillarlo, el Dragón Doble se encargará de fulminar a cualquier maleante que os aceche… (¿diferenciar realidad y ficción? ¿lo qué?).