Volver a los orígenes y, a la vez, reinventarse. Suena entre contradictorio, utópico y peliagudo, sí. Crear una nueva entrega de una obra artística/audiovisual que, regresando con fidelidad a sus principios fundacionales, resulte a la par innovadora, rompedora y poco continuista, es chunguillo. Libros, pelis, álbumes musicales… a muchas sagas y diferentes artistas hemos visto probar suerte, con mayor o menor fortuna. En videojuegos, han sido numerosos los intentos, saliendo airosos poquitos. Ahora, llega lo último de Ubisoft Montpellier para demostrar que, tras más de una década en dique seco, una de las series de aventuras plataformeras de mayor renombre, podía regresar a lo grande bajo tan compleja premisa. Como una total reimaginación, y manteniendo de paso un buen puñado de sus rasgos iniciales más característicos, Prince of Persia: The Lost Crown, se postula como el nuevo ejemplo a seguir por cualquier estudio. Os vamos a contar por qué en diez motivos, pero hagámonos a un lado, dejemos paso al príncipe… es su hora de reinar en nuestras consolas:
1. El imperio que estuvo en auge… ahora se aproxima al precipicio. Han pasado treinta años sin lluvias. Llanuras antaño fértiles, ahora son áridas como el desierto. Mientras, los soldados Kushán, llegados desde tierras orientales y sedientos de sangre, asedian Persépolis. Las tropas persas estaban siendo diezmadas… mas, cuando no parecía quedar defensa alguna, estando la batalla decidida, la historia tomó un rumbo distinto. Aparecieron los Siete Inmortales, los mejores guerreros del reino, cuyo poder era capaz de desequilibrar cualquier guerra. Gracias a su férrea defensa, la capital no caería ante los invasores. Uno de estos formidables luchadores, además, se convertirá en leyenda (y en un Marty McFly primigenio): nuestro protagonista jugable.
2. «El Fajín Real por las Hazañas Bélicas goes to…» Tras el vídeo de introducción y una pequeña fase a modo de tutorial, tendremos el control total de Sargon. Un huérfano que, desde muy temprana edad, fue entrenado en la disciplina militar por su mentora Anahita, para convertirse en un arma viviente letal, al servicio del imperio. Ahora, su pueblo le llama Rashabar, «el viento negro que arrasa con todo a su paso» (el típico mote que, con oírlo, acongoja), y va tocando celebrar la victoria. La Reina se dispone a premiarnos por nuestro desempeño aniquilador… y de repente, en medio de la ceremonia, el príncipe Ghassan es secuestrado. Huele a traición, así que toca persecución a los captores e insaciable búsqueda de su majestad. Puede parecernos una premisa argumental sencilla… pero nos aguarda algún giro de guion con sopresita. Una historia que da motivos para no soltar el mando, y los que faltan aún.
3. Las arenas olvidadas… ahora son recordadas. La saga Prince Of Persia (a partir de aquí, «PoP», cuando me venga bien ahorrar palabras) nació, allá por los ochenta, como aventura de plataformas bidimensional, y evolucionó mogollón en la era poligonal, con multitud de cambios y añadidos (¿vehículos?) … pero se perdió la esencia. Ahora, The Lost Crown nos devuelve esa jugabilidad más sencilla, que se esfumó en las anteriores entregas, con mecánicas que se desarrollan siempre en los dos ejes. Para empezar, preparaos para saltar. MUCHO. Rebotar contra paredes, evitar pinchos y sierras, esquivar trampas, deslizarse bajo muros, encadenar movimientos dignos del mejor Parkour (en plan bien, no como en The Office) … Plataformeo exigente, sí, pero accesible. Se conserva intacta todo el aroma del juego original, vale, pero también acompañan varias novedades, que son otro cantar…
4. Un pasito pa’alante, Sargon… 1, 2, 3, un pasito pa’atrás. Hay un palabro que se usa para definir a ciertos títulos con desplazamiento 2D, y englobarlos en un género muy de moda: Metroidvania. El concepto no es del agrado de algunos puristas, pero es bien útil (si se usa con moderación). Juegos con desplazamiento lateral no lineal, a través de niveles interconectados, donde priman la libertad para escoger el camino, y recorrer varias veces las zonas según se desbloquean habilidades y poderes, pudiendo incluso teletransportarnos entre las ya visitadas. Pues PoP: The Lost Crown encaja a la perfección en dichas premisas, aportando su trabajada ambientación, mitología, y un montonazo de toques novedosos. Uno es la posibilidad de elegir y cambiar, en cualquier momento, entre 2 modalidades: Exploración, donde apenas dispondremos de información en el mapa y tocará descubrirlo todo por nuestra cuenta, o Guiado, con iconos de posición para objetivos y donde será más sencillo orientarse. Tratando de lo cual…
5. «SARGÓN ESTUVO AQUÍ. Y no pudo pasar». A nuestro héroe le vendría de lujo dejar grafitis con su nombre e indicaciones, para recordar salas en las cuales había gat-digooo secreto encerrado, y no olvidar su ubicación ni su contenido. A él, y a los protas de casi todos los metroidvanias de la historia. Pues The Lost Crown trae un aporte que es aún mejor; tan genial, que fijo será copiado/clonado a partir de ahora. Gracias a los Fragmentos de memoria, podremos capturar imágenes de lo que nos rodea en cualquier momento, que se quedarán fijadas como un icono en el mapa principal. Ojo, que tampoco podremos abusar de ellos, pues disponemos de un número finito, pero su utilidad será infinita. Y sí, marcadores personalizables y tal son comunes (de hecho, también los hay aquí de otros tipos) en muchos títulos, pero estos fragmentos van más allá de un mero símbolo con descripción: permiten tener al alcance de un simple click pantallazos de cualquier punto del recorrido, para volver más adelante (y borrarlos, si así lo deseamos, una vez cumplido el objetivo).
6. «No me gusta la arena, es dura e irritante, y se mete por todas partes…». A ver, si nuestro Sargon es como Anakin, lo habrá pasado bastante mal desde chiquitín también. Igual ya está cansadete de encontrarse polvillo por doquier. Para su alegría, en esta aventura, habrá mucho más que dunas y granitos microscópicos de roca que pisar. Nuestro periplo por el monte Qaf nos llevará por desérticos páramos, claro, pero también por angostos pasos montañosos, densos bosques, infestas cloacas (jum… igual prefiere la arena a esto), un archivo a rebosar de libros y pergaminos, o lujosos templos, a tope de estatuas y ornamentos. Una variedad deliciosa de entornos, en los cuales nos toparemos infinidad de pasadizos, cofres y secretos. En todas las zonas habrá unos árboles Wak-wak donde descansar y guardar la partida, y en la parte de la ciudadela, contaremos con el apoyo de varios personajes: una mercadera con su tienda, una divinidad herrera (que no errante, jus), o una misteriosa y sabionda niña. Toda ayuda será poca, pues hay bastantes más peligros que los del propio entorno y sus trampas…
7. Haceos a un lado, Jonios, Babilonios y Mesopotámicos… Los clásicos hostiles (gracias, Wiki) con Persia, se morirían (más) de envidia ante los rivales sobrenaturales que han aparecido para hacer temblar el reino, y dejar tieso a nuestro héroe. Un encantamiento se cierne sobre estas tierras, y solo nuestra persiaverancia (UFF) evitará que el mal prevalezca. Soldados de varias clases, previamente caídos en batalla, vuelven a deambular mágicamente, y tratarán de hacernos pupita con sus lanzas, escudos y flechas. No serán los únicos enemigos antinaturales… también nos batiremos en duelo con diversas aberraciones y criaturas salidas de los confines del averno: pajarracos demoníacos, arpías y mutaciones varias. Pero los enfrentamientos que nos dejarán más patidifusos serán los que viviremos (o moriremos) contra los jefazos. Auténticos desafíos de titanes, ante correosos adversarios que nos exigirán memorizar sus patrones y aplicar toda nuestra concentración. Por suerte, no iremos faltos de opciones ofensivas…
8. Las espadas rivales sin rival. Sargon va equipado desde el inicio de su aventura con dos poderosas espadas, cuyo filo no dejará títere con cabeza… pero solo si no ataca a lo loco. Tendremos a nuestra disposición varios combos con nuestras empuñaduras, pero será igual de importante asestar estoques como usarlas, sabiamente, para protegerse en el momento oportuno, realizando el llamado «Parry» (como Katy). Un preciso bloqueo, conllevará el desvío del ataque enemigo, evitando daño, abriendo una ventana ofensiva, e incluso podrá finalizar en un golpe crítico. Eso sí, ciertas técnicas ofensivas rivales solo se librarán esquivándolas, no se puede estar todo el día a la defensiva. Aunque otra opción (nada cobarde, todo prudente), será disparar flechas con el potente arco, o arrojar nuestro punzante chakram, que siempre volverá a su dueño. Ojo, nuestras armas no solo tendrán utilidad en la batalla, dado que también será esencial mezclar su uso para resolver rompecabezas y acertijos.
9. Las joyas de la corona… serán la multitud de amuletos que encontraremos. Nuestro héroe podrá equiparse con cierta cantidad (ampliable, si rebuscamos por el gigantesco mapeado) de talismanes para colgar de su cuello, que le otorgarán diversas ventajas. He aquí otro de los puntos estratégicos en este magnífico juego. Y es que, quizás no lleguemos al siguiente punto de salvado si no portamos la protección extra contra trampas, pero a la vez, no queramos soltar ese plus de resistencia al daño por veneno… decisiones difíciles que, a lo sumo ante una equivocación, llevarán al Game Over, reaparición en el último árbol visitado, y la pérdida de algunos cristales de memoria. Estos son la moneda de cambio para los escasos habitantes no beligerantes del monte, y nos facilitarán obtener mejoras y refuerzos, tanto para nuestro arsenal como para los amuletos obtenidos… o incluso comprar pistas de objetivos, y mostrar el mapa completo de cada zona. Sabios y justos comerciantes, estos persas.
10. Sitares lejanos… sonando fabulosamente en nuestros oídos. El apartado musical de este PoP: The Lost Crown es maravilloso: melodías interpretadas con exóticos instrumentos de lejanas tierras, se entremezclan con elementos más contemporáneos. Temas de claros matices étnicos y tribales, pero mucho ritmo, regalan a nuestros pabellones auditivos una banda sonora exquisita. Y ya que sacamos el tema de escuchar… atención al doblaje a nuestro idioma, con voces de primerísimo nivel para todos los personajes. Uis, no vamos a cerrar nuestras diez razones sin tratar el aspecto visual, corcho. Si lo dejamos para el final del todo, quizás penséis que no es muy remarcable, claro… pues ya descubriréis vuestro error en cuanto arranquéis el juego, va. Gráficos con la carga necesaria de polígonos y texturas, se funden con preciosos dibujos para los fondos, permitiendo un rendimiento muy fluido en todas las plataformas, que culmina en un apartado técnico espectacular.
Una apasionante historia de traición, redención y alguna que otra paradoja temporal, un preciso control, una dificultad justa (y adaptable, gracias al montón de opciones de accesibilidad) y un sistema de combate profundo, se fusionan para agasajarnos con el mejor metroidvania de los últimos años. Un título sabroso, al nivel de los manjares más exquisitos venidos de oriente, y que podréis degustar en Playstation 4, Playstation 5, Xbox One/Series o Nintendo Switch, comprándolo en la web de GAME o en cualquiera de sus tiendas. Este juegazo bien merecería atravesar las dunas de un yermo desierto… pues en él hallaremos un fascinante oasis de diversión. Una vuelta parcial al pasado de la saga, que permite mirar al futuro de su género y gritar: «EL PRÍNCIPE YA OCUPA EL TRONO. LARGA VIDA A SU MAJESTAD».