Os vamos a contar una historia – será breve, tranquis. Corría el año 1995, y un joven de provincias (llamémosle yo) visitaba una gran urbe en vacaciones. En aquellos tiempos, para pasar el rato, el equivalente a la sala de espera del Fornite o el Call of Duty en multijugador eran los salones recreativos: así que el mozalbete buscó uno para descubrir las maquinitas más nuevas que podría hallar en la metrópoli. Nuestro joven, ávido lector de cómics de superhéroes, y a la par fan del Street Fighter, quedó prendado de una cabina que le marcaría para siempre: “X-Men: Children of the Atom”. Toca hablar de ella, y de su magnífico legado (no hablaré sobre cómo lloré durante años por una Play para gozar del juego en cuestión; ese es un cuento muy triste).
Here comes a new challenger!
¡Oh, el amor financiero! Empresa se fija en empresa, cruzan miraditas, intercambian palabras bonitas… y tenemos prole en dos días. Capcom y Marvel comenzaron su idilio en 1993 con el arcade del Punisher (El Castigador por estos lares). El resultado fue uno de los mejores Beat’em ups de la historia, así que una nueva colaboración al año siguiente era lógica. Los nipones decidieron cambiar de género, a uno que lo estaba petando en todo el mundo… gracias a ellos, mayoritariamente. Y es que, si bien ya existían juegos de lucha con pandilleros, con ninjas de colorines, mecha-robots, o incluso jugadores de baloncesto (Shaq, lo mismo peleaba que hacía de Superman), nadie se había atrevido con los superhéroes hasta ahora.
Confía en algunos, teme al resto
Si a mitad de los años noventa había que escoger un grupo de personajes de Marvel para tu producto, los mutantes eran un win-win clarísimo. La serie de animación era un fenómeno internacional, y los cómics obtenían ventas millonarias gracias a sus historias profundas, tramas sobre racismo o antisemitismo y dilemas éticos. Para el juego, Capcom optó por un argumento mucho más simple (al nivel del mecanismo de un chupete) pero con una jugabilidad brillante: la base del Super Street Fighter 2 a la enésima potencia.
Un elenco con 6 héroes y 4 villanos (algunos gigantescos), todos con diseños muy fieles a los tebeos, magias que ocupaban toda la pantalla o supersaltos eran solo algunas de las sorpresas que nos deparaba la recreativa de X-Men: Children of the Atom. Por suerte, también pudimos disfrutar de los mutis en nuestras casas con las versiones de Sega Saturn y PlayStation.
El Guantazote del Infinito
Dicen que no hay dos sin tres, así que desde Japón optaron por seguir explotando el acuerdo con la Casa de las Ideas. Para la tercera máquina recreativa, Marvel Super Heroes, reciclaron a cuatro personajes del juego anterior, y añadieron a seis de los más conocidos y carismáticos de las páginas de—MENTIRA. A ver, que Hulk, Capi América, Spider-Man y Iron Man son iconos universales, pero a Black Heart o Shuma-Gorath (mini-spoiler: éste tiene que ver con un cirujano que es mago) no los conocían ni en su casa.
El argumento interpretaba libremente lo visto en la saga del Guantelete del Infinito. Sí, queridos lectores, 25 años antes de que todos descubriéramos que con unas gemitas podías chasquear los dedos y duplicar los panes en modo creepy, ya hubo un videojuego que nos presentó a Thanos como Final Boss; aunque antes de llegar a él había que enfrentarse con el malvado Doctor Doom. A nivel jugable se sumó la mecánica de usar las piedras del infinito a lo visto en el título anterior. Se lanzaron versiones domésticas para Sega Saturn (muy fidedigna) y PS One (recortadita por temas de memoria y tal).
Lo mejor de los dos mundos
Esta frase (extraída de Clerks. Y de Hannah Montana. Tomad mindblow) viene al dedillo para expresar la idea que tuvieron en Capcom para desarrollar la entrega de 1996. X-Men Vs Street Fighter supuso uno de los primeros cross-overs de la historia de los videojuegos. Aquí se juntaban varios mutantes ya vistos en juegos anteriores (más Dientes de Sable, Gambito y Pícara) con un plantel de luchadores callejeros sacados de la versión Alpha para ofrecernos 17 posibles campeones.
El trasfondo del cómo, cuándo o por qué un tipo con garras de adamantium y malas pulgas le hacía caricias a un hindú de miembros extensibles (limpiad vuestros cerebros con lejía si pensáis ESO sobre Dhalsim) era lo de menos. Aquí primaban los enfrentamientos frenéticos ya vistos anteriormente, pero con un giro de tuerca: había que seleccionar dos personajes al tratarse de combates por equipos. Al superar las rondas necesarias, llegaríamos a Apocalipsis, un imponente jefe que en su segunda forma ocupaba toda la pantalla. Tras derrotarle, nuestros protas lucharían entre sí, y superando esta batalla veríamos un final según el héroe escogido. Para los que teníamos los recreativos muy a desmano, pudimos disfrutar de versiones consoleras en Saturn y PlayStation 1… aunque esta última sufrió hachazos jugables y gráficos considerables.
SHINKU TATSUMAKI SENPUKYAKU!!!!
No, no, no: aquí del idioma del sol naciente vamos muy justos, así que os dejamos la tarea de traducir el titular si no sabéis su significado. Solo os diremos que es uno de los numerosos gritos que proliferaban en los combates de Marvel Super Heroes Vs Street Fighter y que dos décadas después aún retumban en nuestros pensamientos. El segundo cruce de licencias de las dos empresas nos trajo en 1997 un juego que, aunque ya mostraba cierto acomodamiento y desgaste en su fórmula, era puro entretenimiento.
El reparto estaba formado sólo por caras conocidas de las entregas anteriores y un par de incorporaciones de la saga Alpha, y las novedades jugables eran escasas, como las asistencias variables o el ajuste de los combos. Al menos, aparte de los 17 personajes seleccionables, se podían desbloquear otros 6 secretos que, aun siendo meros cambios en las paletas de colores, tenían su aquel por ser referencias a los cómics o tener movimientos exclusivos.
También tuvieron la gentileza desde Capcom de no quedarse con En Sabah Nur (y ahora escribimos en egipcio… nah, es otro nombre para Apocalipsis) como jefe final de nuevo, ya que tras derrotarlo tocará partirse los morros con Cyber-Akuma: uno de los bosses más abrumadores (o chetados como dice la chavalería) de la saga. Como era habitual en la época, pudimos gozar del juego desde el sofá en conversiones para Saturn y PS1… que para no perder la mala costumbre, vio recortadas animaciones y modos por culpa de su escasa memoria de vídeo para sprites 2D.
Aún nos quedan varios episodios del binomio Marvel/Capcom por tratar, pero nos hemos quedado sin créditos. Continue? INSERT COIN! (es broma, la próxima entrega también será gratis). Y no olvidéis que si sois tan fans de Marvel como el que escribe, tenéis una barbaridad de productos relaccionados en la web de GAME o en vuestra tienda más cercana. ¡Excelsior!