Extraído de la WIKIGUEIM, sección “Ambientaciones videojueguiles”. Citemos algunas de las entradas disponibles:
- Japón a lo largo de la historia: Check.
- Antiguo Egipto: Sep, ya hemos paseado por el desierto.
- España Medieval: Ancha y pixelada ya ha sido Castilla.
- Renacimiento Europeo: Claro, tejados vistos y revisados.
- Tribus helvecias centroeuropeas: ENTRADA VACÍA… hasta ahora.
Sirva la tontunada anterior como reflejo de que los videojuegos son una magnífica forma de conocer y aprender sobre mogollón de regiones, periodos históricos o culturas. Quizás algunas temáticas ya estén pelín manidas (yo ya me sé hasta las tres marcas de hidromiel favoritas de los vikingos), así que cualquier soplo de aire fresco siempre es bienvenido. Y oyes, mira que tiene años la industria del ocio electrónico, pero de los helvecios se había contado entre poco y nada…
… Afortunadamente, se han animado para poner a nuestro alcance tal suculenta obra digital desde la propia Helvetia actual. ¿Que no os suena dónde queda eso? Ahí al ladito, al girar la esquina, entre Alemania, Francia, Italia, Austria y Liches–Lechest—Liechtenstein, eso; el lugar del mundo donde se goza de fantásticos chocolates en la más absoluta neutralidad: Suiza. Desde el país de las vacas moradas (tienen que existir allí, la publicidad nunca miente) el estudio Team KwaKwa ha desarrollado Helvetii, y Selecta Play se ha encargado de acercarlo a nuestras fronteras. Vamos a desgranar en diez puntos este titulazo:
1. La maldición de los Helvecios, primer acto, en vídeo introductorio. En un mundo antiguo, hostigado por la violencia, la sangre y la soberbia (vamos, que pudo ser ayer mismamente), un joven jefe guerrero se vio abocado a ansiar poder más allá de sus posibilidades. Su hambre voraz y persistente avaricia fueron percibidas por alguien más codicioso, Octavio, el Renegado. Confabulaciones y melosas palabras de gloria mediante, ofreció al joven líder un pacto, que rompería las barreras entre lo mortal y lo divino… más todo fue una sarta de mentiras. Él mismo se encargaría de robar la fuerza de una deidad desde las tumbas de los hombres (suena creepy).
2. El poder corrompe, pero literal, literal. El jefe guerrero marchó a la batalla henchido y lleno de soberbia, hasta que su falsa bendición se transformó en calamidad. La corrupción brotó de su cuerpo, dejando todo a su paso chuchurrío, y a medida que la putrefacción avanzaba, su corazón enraizó en las montañas al este de sus tierras. Ahora, les tocará a tres valientes, un zagal luchador, una bestia antropomorfa y una druida, embarcarse en un periplo para detener al malévolo caudillo. ¿Quiénes son los miembros de este heroico trío? Toca conocerlos, porque de entre ellos escogeremos a nuestro personaje, cambiando bastante el transcurrir del juego según la selección.
3. Divicón, que posee fortaleza a mogollón. El belicoso muchacho, heredero al trono, tiene en su portentosa fuerza y gran vitalidad su baza para convertirse en la mejor elección para la primera partida. Con un estilo de combate sencillo y sus eficaces hachas arrojadizas, sacará de cualquier aprieto incluso al más inexperto. Dispone de un ataque fuerte que romperá la guardia de los enemigos con escudo e interrumpirá los golpes críticos, y uno especial que se podrá ejecutar en tierra firme o en el aire.
4. Renart, el adorable animalico del bosque… que descuartiza alegremente. El segundo personaje seleccionable es una especie de fauno-zorrete (por sus rasgos de raposo, no por su astucia), óptimo para quienes deseen un estilo muy ágil. Es capaz de asestar golpes muy rápidos, y aunque comienza con poca vida, lo compensa con una elevada velocidad de base y más probabilidad de realizar golpes críticos. Además, Renart puede desviar los ataques normales de los enemigos si ejecuta el comando antes del impacto, e incluso conseguir un desvío perfecto si somos extremadamente precisos.
5. Namméios, la druida para el combate en lejanía. Esta sacerdotisa, que comienza la aventura con poquita vida, pero a tope de maná, atacará a distancia gracias a su compañero alado Caros (Baratos sería un nombre de poco valor, juas). Sus proyectiles rastrearán a los enemigos de forma automática para hacerles pupita sin tener que notar su aliento, y contará con la habilidad especial de “Explosión de Maná” (se llama así, no es que le pegue un zambombazo al grupo de rock). Al activarla, Namméios entrará en un estado potenciado que la convertirá en una auténtica bestia parda.
6. Veo, veo… Mazmorreo. Ya hemos contado la historia y los protagonistas de esta fantasía celto-gala, pero ¿cómo se juega? Pues nos hallamos ante un claro exponente del género Rogue-lite: escenarios, en formato “habitaciones-mazmorra”, que se generan de forma aleatoria por cada intento o “run”. Así, el objetivo en cada recorrido es llegar un poquito más lejos, hasta alcanzar al jefe final, en partidas de poca duración. Y os costará un buen puñado de intentos, porque incluso el nivel más bajo de dificultad supondrá un auténtico reto (imaginad cuando optéis por el modo “frenesí”. Solo para los muy hábiles y valientes). Por suerte, en cada nueva partida conservaremos de la anterior los núcleos obtenidos de los “bosses”, con los que desbloquear emblemas con valiosas mejoras permanentes. Aquí pasamos al otro punto esencial en ciertos Rogue-lite…
7. … Rol con la potencia del canto a la tirolesa. A los mapeados autogenerados se une un fuerte componente rolero, en forma de estadísticas a mejorar: Puntos de salud, de maná, fuerza, agilidad, destreza y suerte. Los iremos aumentando en cada recorrido mediante objetos encontrados en cofres o gracias a los deliciosos manjares que nos ofrecerá Bob el búho (no “El Silencioso”), en su tienda. Intercambiará sus platos, desde un simple trozo de pan duro a una proto-hamburguesa, por las monedas que hayamos recogido… con el fin, posiblemente, de dejar el negocio de la alimentación (fijo que el primer banco suizo lo regentó un mochuelo, claro). Completando el apartado rolístico, tendremos la posibilidad de realizar ofrendas de vida (mermando nuestra barra de salud) en altares para realizar pactos con los dioses, ganando así habilidades pasivas y poderes divinos.
8. Precisión de reloj (suizo, obvio). Nada como tener un control fluido e intuitivo, digno del cronómetro más exacto, para superar arremetidas rivales de tropecientos golpes. Con la X saltaremos (a más presión, más altura) para superar algunas pequeñas zonas plataformeras. Combinando el cuadrado con las direcciones, asestaremos diferentes ataques, y el círculo para lanzar proyectiles, a costa de gastar maná. El triángulo tendrá varias funciones, ya que se usará para el especial o la ruptura de guardia, permitiendo interrumpir envites o conseguir críticos. Con los gatillos (o vaquillos, por la temática suiza y tal) realizaremos la esquiva, desencadenaremos las potentes magias de las deidades o activaremos el mapa. Como veis, un esquema de manejo eficaz y sencillo, al que no podremos culpar cada vez que la espichemos; eso será cosa de nuestra torpeza o lentitud al mando.
9. La belleza de los Alpes ante nuestros ojos. Los gráficos de este título evocan, por su preciosismo, estampas de esos imponentes paisajes alpinos, con escarpadas cimas y cristalinos lagos… mas en versión corrupta y chunga. Atravesaremos bosques, poblados, ciénagas y montañas, envenenados por el mal, pero hermosamente dibujados a mano. Mención aparte, dentro del currado apartado visual bidimensional, a las magníficas animaciones de nuestros tres protas, una pasada ver sus movimientos. Oh, y no debemos pasar por alto la representación de nuestros enemigos, que conforman un bestiario de lo más interesante: Cabras diabólicas, chamanes, hadas perversas (no como las de las pelis de la casa del ratón), árboles vivientes y otras aberraciones salidas de la densa mitología celto-gala. La música orquestal con toques étnicos, compuesta por Dale North, resulta el acompañamiento perfecto para un acabado audiovisual muy cumplidor.
10. Estos celtas no son nada cortos. En resumen, Helvetii es un proyecto sacado adelante por un equipo pequeñito, alejado de los triple A en presupuesto, pero que supera a mogollón de ellos en lo más importante: ofrecer un buen puñado de horas de diversión, con una relación calidad/precio brutal, gracias a una “rejugabilidad” que sabe picarnos para avanzar cada vez más. Y encima, aprenderéis cositas sobre cultura y mitología helvecia. Lo podréis pillar en la web de GAME o en vuestra tienda más cercana (en la Península Ibérica, nada de tener que irse hasta la Galia y más allá). Terminamos con el grito de guerra de aquellos pueblos que, ataviados con sus túnicas verdiblancas, se dirigían al campo de batalla rectangular, jaleando…
¡VIVA HELVETII MANQUE PIERDA!