Históricamente, Blizzard siempre ha sido un signo de calidad. Pocos son los títulos que haya sacado este estudio que no se hayan convertido en superventas y en parte de la historia de los videojuegos. Y, pese a las dudas que surgieron en el público cuando se lanzaron los primeros gameplay de este Diablo IV, una vez más, el estudio ha dado un golpe de hacha en la mesa y nos ha dejado claro que ellos solo saben hacer una cosa: grandes títulos. Por lo tanto, no nos vamos a andar más por las ramas y os vamos a contar qué nos ha parecido el nuevo juego de la saga infernal de Blizzard.
Lilith viene dispuesta a reclamar lo que es suyo
Para comenzar a hablar de Diablo IV hay que hacerlo por una de sus piedras angulares: su gran historia. Para ello nos traen como principal villana a Lilith, hija del odio (Mefisto para los amigos) y creadora de la tierra de Santuario, la cual ha venido con ganas de cambiar muchas cosas en este mundo. Nuestra principal labor va a consistir en tratar de darle caza, arrasando por el camino con todos los enemigos que se le ocurra ponernos delante.
Debemos tener claro que, aunque tenemos una trama principal en Diablo IV, no vamos a parar de encontrarnos eventos aleatorios, misiones secundarias y gran cantidad de mazmorras que van a conseguir que, en ocasiones, nos cueste continuar con la trama principal porque nos desviamos constantemente del camino a recorrer. Aunque no nos va a molestar en absoluto, ya que si algo bueno tiene este juego, es que no nos va a importar invertir todas las horas que sean necesarias en él.

Nos enfrentaremos a criaturas de tamaños colosales.
En lo que se refiere al resto de personajes (aparte del nuestro y la propia Lilith), vamos a tener a una cantidad ingente de ellos, desde los que simplemente nos van a dar una misión secundaria, hasta otros que nos acompañarán a lo largo de parte de la historia y que serán dignos de todo nuestro respeto y cariño.
El combate, ese licor que Diablo IV destila tan bien
Comencemos por el principio: ¿qué clase de personaje elijo? Aquí, nuestra recomendación es que comencéis con cualquiera de ellas, vayáis probando habilidades que desbloqueéis según avancéis de nivel y, si no os convence, paséis a otra, ya que, a diferencia de otras entregas anteriores, el nivel de especialización de los personajes es muy alto, lo que nos permitirá que nuestro personaje sea lo más exacto posible a nuestra forma de jugar. Por poner un ejemplo, podemos pensar que un pícaro puede estar más especializado en el ataque sigiloso y la invisibilidad, pero, sin embargo, podemos desbloquear solo habilidades de combate y convertirlo en un guerrero o un tirador letal. No os dejéis engañar por las primeras impresiones.
Para continuar hablando de las habilidades, en Diablo IV las iremos desbloqueando por grupos, permitiéndonos desbloquear y evolucionar las que mejor nos convengan. Este estilo de gestión de habilidades nos ha parecido una genialidad, ya que permite que los que quieran solo un par de habilidades principales puedan mejorar otras facetas del personaje o, los que aman tener una colección de hechizos puedan verlos de forma muy rápida.

Nunca es demasiado fuego para un mago piromante.
Otra parte del combate, y muy importante, será el equipamiento. A medida que derrotemos enemigos, iremos consiguiendo equipamiento nuevo, y aquí Blizzard ha realizado otra de sus genialidades. Y es que, al encontrar nuevo equipo, si queremos, no será necesario que revisemos una por una todas sus características, porque podremos ver de forma rápida mediante una puntuación (positiva en verde, o negativa en rojo) si un arma o armadura va a darnos ventaja en combate o no, lo cual, cuando te encuentras en medio de una refriega, es de agradecer.
Todo el equipamiento que encontremos (o casi todo), podremos mejorarlo o modificarlo en las ciudades. Ya sea para añadir un hueco de engarce de joyería, realizar una mejora o incluso despiezarla, y para ello dispondremos de diversos comerciantes que estarán encantados (siempre que pagues, claro) de realizar los trabajos que les solicitemos. A su vez, también encontraremos otros tipos de negocios: como alquimistas que crearan elixires que nos darán ventajas durante un tiempo limitado, o caballerizas, donde, tras realizar el desafío pertinente, podremos hacernos con un caballo que hará que nuestros recorridos por Santuario sean más rápidos.
Pero esto no acaba aquí: ya hemos hablado de las herramientas de las que vas a disponer para acabar con los demonios, pero se nos ha olvidado la más importante: LOS AMIGOS. Porque si hay algo que os recomendamos, es que disfrutéis de Diablo IV con uno o varios amigos. Y si no tenéis, tampoco os preocupéis, ya que a los largo y ancho de Santuario, vais a coincidir con otros jugadores y podréis compartir grandes aventuras y, quién sabe, a lo mejor también surge una amistad.
Y si os creéis que cuando veáis los títulos de crédito, esto ha acabado… Ay, amigo, ¡qué equivocado estás! De hecho, es cuando todo acaba de empezar, porque vais a tener un endgame espectacular cargado de contenido, por no hablar de las temporadas que comenzaran dentro de poco, en las que crearemos nuestro propio héroe de temporada y nos lanzaremos a la aventura para conseguir los objetivos marcados y, con ellos, todo el equipo que les corresponde. Tenemos Diablo IV para mucho rato.

Una vez que consigamos un caballo, no nos vamos a querer separar de él.
El estilo artístico es de otro mundo
A lo mejor este título suena un poco manido, pero es que es así. En Diablo IV nos meteremos de cabeza en una atmosfera perturbadora, sangrienta y sin ningún tipo de piedad. Seremos testigos de grandes matanzas y, en contrapartida, podremos deshacer en pedazos a nuestros enemigos con nuestras habilidades más poderosas. Llegaremos a lugares completamente arrasados, con personas suplicando por sus vidas y a las que no tendremos más remedio que ignorar si queremos sobrevivir.
En cuanto al aspecto visual, tenemos una calidad grafica sobresaliente, con un nivel de detalle (sobre todo en las zonas embarradas, es espectacular) que nos va a dejar ensimismados mirando un simple charco, por no mencionar a nuestro personaje y a los enemigos, creados con todo lujo de detalles y con unas animaciones brutales.
Por otro lado, tenemos el aspecto sonoro, el cual, dejando a un lado los efectos de sonido, nos trae una banda sonora que nos va a saber transmitir la sensación de opresión y, por qué no decirlo, de indefensión ante un infierno que se viene entero a por nosotros. Además, hay que destacar el excelente (como no podía ser de otra forma) doblaje al castellano que tiene Diablo IV. El trabajo de localización ha sido excelente y el nivel de los actores de doblaje está a la altura de este gran título.

Siempre, con amigos, todo es mejor.
Entonces Diablo IV, ¿merece la pena?
¡Vamos a ver! ¿En serio te estás preguntando esto? Diablo IV es un juego al que todo el mundo debería jugar. Hablamos de un título que, ya sea en solitario o con amigos, nos va a proporcionar una cantidad ingente de horas de diversión. Un título que os vais a pasar entero, y lo siguiente que vais a pensar es “ahora me lo voy a pasar con otro personaje”, porque así es Diablo IV: nunca tienes sensación de monotonía. Por lo tanto, sí, mi recomendación es que os hagáis con él cuanto antes.
Y para ello, lo que tenéis que hacer es acercaros a cualquiera de nuestras tiendas GAME o a nuestra WEB y adquirir Diablo IV para PlayStation 4, PlayStation 5 o consolas Xbox, e incluso si queréis entrar en la nueva generación por todo lo alto, podéis haceros con el pack que incluye Xbox Series X y Diablo IV. Además, si compráis este juego en GAME, os lleváis de manera exclusiva una preciosa litografía de regalo. Pero, además, por si os sabe a poco el título de Blizzard, tenéis también disponible multitud de merchandising de este juego. No hay excusas para ir de cabeza al infierno y arrasar con todo.