Hace mogollón de años, los primeros homínidos se tenían que buscar la vida al explorar una cueva recién hallada. Imaginad el estrés al dar los pasos iniciales en aquellas tenebrosas cavernas, sin mapas ni GPS, desconociendo qué peligros podían acechar: mortíferas caídas, aguas profundas, o esas salvajes criaturas que eran los dinosaurios (la antropología llora). Todo para encontrar un lugar acogedor, comida que llevarse al buche, paredes de calidad donde grafitear (sigue llorando) o, simplemente, por el afán de descubrimiento. «Lolo, el Erectus, estuvo aquí», ¿por qué no? quién sabe cuánto arte no ha sido aún revelado…
Memeces aparte, a nuestros lejanos antepasados ya les cundía lo de explorar grutas, y a nosotros, pelín más evolucionados (creo), nos sigue molando. Y si puede ser con riesgo cero para nuestra salud física, mejor que mejor. Ahí entran los videojuegos… como este Mon-Yu que os presentamos. Preparaos a recorrer mazmorras, en la piel de seres igual de monos (último chiste darwiniano), y extremadamente monísimos, gracias a Meridiem Games. Coged vuestro mejor petate, poneos calzado resistente, y acompañadnos en la travesía por las bondades de este juego. No hace falta linterna, ni hay riesgo con estalactitas/estalagmitas, tranquis.
1.- «Mon-Yu: Derrotar monstruos y ganar poderosas armas y armaduras. Quizás caigas derrotado, pero no te rindas. Vuélvete más fuerte. Creo que llegará el día en que los héroes derroten al Rey Demonio». Así (bueh, en inglés, pero súper sencillito de entender y traducir) es el título completo de esta obra. Nos parece más que reseñable destacarlo, no solo porque seguramente bata varios récords de longitud (en palabras, no en salto, claro). Supone una excelente sinopsis de lo que nos espera al tomar el control. A partir de aquí, ya nos toca entrar en detalles… y referirnos al juego por Mon-Yu a secas, por sintetizar, va.
2.- Llegamos a un mundo fantástico, lleno de seres extraños… se trata de Tir na Balc, donde residen las hadas, una tierra de espada y brujería. En esta región, se erige Yggdran, la torre del Rey Dragón, albergando tesoros ocultos que podrían traer la paz… hasta que un día, aparecieron súbitamente los Siete Reyes Diabólicos, y los robaron todos. Usando el poder de los tesoros para controlar a los demonios, transformaron la torre en una terrible mazmorra y, si no se les para los pies, acabarán destruyendo todo el territorio. Así que, para recuperar los preciados bienes y derrotar a los malvados regentes, aventureros de todo el globo han sido invitados al reino. Quizás, uniendo sus fuerzas, la fortuna les sonría y alcancen la gloria… y de paso, sisen algún alijo—digooo les premien, como recompensa.
3.- Al encuentro de su majestad. Tras escoger el estilo de juego de entre tres tipos, que determinará principalmente la dificultad, nuestra historia comienza charlando con Chuck, el cerdo (por animal, no por higiene corporal). Entablaremos amistad con este porcino, que regenta la taberna en el Gremio de Héroes, de la ciudad capital. Hoy es el día en que los héroes podrán conocer a la monarca Eternia en su castillo, y tocará acudir a su convocatoria. Durante el discurso de la reina (peliculote), nos enteraremos de más cosillas sobre la trama, aunque tampoco os esperéis nada complejo ni enrevesado. Eso sí, toca acostumbrarse a las charlas con la mandataria pues, tras cada derrota, reapareceremos en el palacio ante ella, revividos como si nada (brujería/lo hizo un mago)… y caeremos muy a menudo.
4.- Los héroes no se forjan, se crean… al menos, los digitales. Preparaos para dejar volar vuestra creatividad con el editor de personajes. Empezaremos dando forma a un equipo compuesto por seis miembros, escogiendo nombre, aspecto y clase, esta última a elegir entre: guerrero, caballero, luchador, mago, clérigo, pistolero, samurai o ninja (vamos, todo lo que saldría en una buena peli de acción ochentera). Cada categoría destacará, a su vez, en algunos de los seis atributos básicos: fuerza, inteligencia, mística, vitalidad, agilidad y suerte… pero podremos balancearlos a nuestro gusto, redistribuyendo puntos extras. ¿Suena rolero? Pues claro ¿Complicado? Ni por asomo. Además, si os confundís o no os agrada algún avatar, podéis modificarlo en cualquier momento, crear otros nuevos para añadir al equipo, o destruirlos (suena más salvaje que borrarlos) y sustituirlos a todos. El sueño de todo entrenador cuyo equipo es colista.
5.- ¡A mazmorrear! (de esta, la RAE nos repudia) Cuando optemos por dirigirnos a la torre desde el menú principal en el pueblo, comenzará la acción. Mediante cámara en primera persona, nos desplazaremos por las laberínticas mazmorras, pero ojo, no con el típico movimiento subjetivo. Las numerosas plantas de la fortaleza, cada una con distintas estéticas, distribuyen su plano por casillas (recuadros, no exporteros de la selección), por las que caminaremos y giraremos siguiendo los cuatro puntos cardinales. Vamos, semejante a meterte en el tablero de algún mítico juego de mesa. Diferente a lo habitual en muchos videojuegos, pero os haréis con el fluido manejo en nada, ya que el esquema de control es sencillísimo, y se completa con menús de pausa/ayuda, estado de personajes, uso de ítems, acampar y visualizar el mapa… si tenemos acceso a él.
6.- Sin brújula dorada, pero con ganas de encontrarla. Cada nivel tiene una estructura diferenciada y, a base de exploración (y repetición), deberemos crearnos un mapa mental para avanzar. Ahora bien, si encontramos ciertos objetos brillantes escondidos, se nos mostrarán todas las zonas visitadas previamente, y las futuras, de forma permanente, facilitando mucho la orientación. En caso de no toparlos, y si la frustración empieza a mermar nuestra cordura, con bajar la dificultad (entre los tres estilos mentados arriba) se podrá incluso analizar el mapeado completo desde el inicio de la fase. Eso sí, al reducir de «Desafiante» a «Estándar» o «Despreocupado» (me representa), ya no se podrá volver al tipo anterior, afectando también a la evaluación de desempeño que nos otorgan tras finalizar cada zona. A mayor esfuerzo, mayor nota, un clásico (como en el cole).
7.- Aquí se viene a luchar… pero en estricto orden. Por los enrevesados escenarios nos cruzaremos con trampas, cofres, secretos, y lo esencial: enemigos. Salpicando cada piso de la torre, hallaremos unas calaveras de distintos colores, simbolizando su tono el tipo de enfrentamiento (básico, chungo, especial…). Una vez nos aproximemos, se desvelará el rival y entraremos en el modo combate. Aquí, pasaremos al típico menú en combates por turnos: elegiremos con cada uno de nuestros personajes la acción (atacar, defender, habilidad, magia, etc) a realizar, y luego tocará la ofensiva del oponente, o grupo de ellos, y así alternaremos rondas hasta acabar la batalla. Ah, y si os va más el dinamismo, o sois muy vagos para dedicar unos segundos a tomar decisiones, la opción de auto-combate será vuestra mejor aliada para agilizarlo todo, pensando nada.
8.- En busca del crecimiento personal… y armamentístico. En la vida, siempre hay que tratar de ser mejores, y en Mon-Yu también, o la inevitable muerte nos alcanzará antes. Con la experiencia ganada en los combates, deberemos subir el nivel y los atributos de nuestro pelotón, pues los adversarios serán cada vez más poderosos según progresemos. Pero no solo los personajes mejorarán, también su arsenal y equipamiento. Y ojo a la variedad, porque es brutal: katanas, rifles, shurikens, mazos (de golpear, no de cartas), escudos, yelmos… Será de vital importancia gestionar el inventario; sustituir, cada poco, nuevas armas que posean un límite de nivel alto, por las que llevemos, vetustas y con menos posibilidad de aumentar sus parámetros. Visitaremos con asiduidad al gorrino del pueblo (se puede aprovechar cada vez que la palmemos), para vender e intercambiar elementos. Y hacerle algún chiste sobre jamones.
9.- Algunos dragones, muchas mazmorras, todo CUQUI. Si por algo destaca el apartado artístico de este juego es por lo adorables que son todos los diseños. Empezando por las decenas de retratos para nuestros protas (algunos, sacados de otros títulos de la compañía desarrolladora, en plan cross-over) que son encantadores, y siguiendo por unos modelos para los enemigos que, lejos de dar grima, apetece achucharlos por «kawaiis»: goblins, esqueletos, quimeras y muchos más, que forman un bestiario variado y lindo (a la par que letal). Los gráficos bidimensionales de las criaturas encajan a la perfección con los escenarios en 3D, sencillos y sin recargar, para un rendimiento y fluidez óptimos. A un aspecto visual resultón, se le unen temas musicales armónicos, muy alegres, y apropiados para la ambientación del producto.
10.- Morir, repetir, perseverar y triunfar. Ya lo hemos mencionado varias veces, pero las mecánicas jugables de Mon-Yu no castigan la derrota, animándonos a seguir intentándolo tras la caída de nuestros héroes y heroínas. Y vaya si trataréis de avanzar al siguiente nivel, porque os picaréis irremediablemente. Parte Dungeon-crawler, parte RPG táctico, cien por cien delicioso en su aspecto audiovisual, con este título estaréis entretenidos durante medio centenar de horas, alegremente. Ya disponible para PS5 y Nintendo Switch, podéis pillarlo en la web de GAME, o en cualquiera de sus tiendas físicas. Y tranquis, llegar a ellas no tiene pérdida, aunque no tengáis a mano un mapa, pues a diferencia de en estos mundos de fantasía épica… siempre os quedará el GPS.